El apio nabo es un vegetal muy poco conocido entre nosotros, a pesar de que es muy sano y apropiado si estás en modo dieta, y si no, también.
Cada 100 gr. aportan, nada más, 19 calorías, es muy rico en vitamina C y minerales como el calcio y el fósforo y, además, es un potente antioxidante.
Es original del Norte y el Este europeo, consumiéndose sobre todo, en Otoño e Invierno.
Pertenece a la familia de las apiáceas como la zanahoria o el hinojo, a diferencia del apio, las hojas y la penca se deshechan, solamente se aprovecha la raíz bulbosa que suele medir entre 10 y 20 cm. de diámetro.
Lo puedes añadir a todo tipo de ensaladas cortándolo como más te guste: en trozos, o lo puedes rallar o laminar.
También se puede cocinar, lo puedes poner al horno, gratinado, frito o en deliciosas cremas y sopas.
Combina absolutamente con todo, incluso queda muy bien con marisco.
Ten cuidado porque se ennegrece rapidamente, sumérgelo en un bol con agua y unas gotas de limón o de vinagre, úsalo inmediatamente.
Se conserva durante varios días en el interior de una bolsa de plástico agujereada para permitir su transpiración.
En Francia es muy apreciado, forma parte de recetas clásicas como la ensalada de apio nabo, cortado en juliana y acompañado de una especie de mahonesa a la que incorporan alcaparras, mostaza y pepinillos.
Yo lo probé por primera vez en República Checa, en una deliciosa sopa algo picante y muy, muy caliente, a la que añadieron una bola de crème fraîche, os aseguro que me gustó tanto, que desde ese día soy una incondicional de esta raíz.
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